Espero que estas letras te encuentren con entusiasmo.
Algo, alguien, ha permitido que, desde el pozo de un fracaso, levantemos los ojos hacia lo alto. Arriba sigue, sereno, limpio, luminoso, el cielo. Sobre todo, “arriba” y “dentro”, susurra Dios que no nos deja, que está siempre a nuestro lado, que quiere que dejemos de buscar seguridades vanas para abrirnos, con esperanza, al Reino. Un Reino que poseen los pobres, los justos, los limpios, los misericordiosos, los que se hacen como niños. Un Reino que también es para mí, pobre creatura hundida en un pozo de fracasos pero abierta a la esperanza.
Entonces somos capaces de mirar adentro, a los corazones, para descubrir que tengo, a mí lado, más manos que ayudan que manos que arrojan piedras.
No ocurre sólo en las películas. Quizá hoy puede ser el día decisivo para cambiar mi vida. Quizá hoy asumiré con valor el pasado, con sus lastres y sus derrotas, para tomar nuevamente el arado ante el surco de mi existencia, para servir a mis hermanos, para ofrecer este pobre tiempo en la vocación más hermosa que Dios ofrece al ser humano: dejarse amar y amar sin límites.
Mis oraciones siempre por ti....
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