Espero que estas letras te encuentren con entusiasmo.
«Lectio divina»: meditación orante de la Sagrada Escritura. La «Lectio divina» se remonta a los primeros cristianos. El primero en utilizar la expresión fue Orígenes (aprox. 185-254), teólogo, quien afirmaba que para leer la Biblia con provecho es necesario hacerlo con atención, constancia y oración.
Más adelante, la «Lectio divina» se convirtió en la columna vertebral de la vida religiosa. Las reglas monásticas de Pacomio, Agustín, Basilio y Benito harían de esa práctica, junto al trabajo manual y la liturgia, la triple base de la vida monástica.
La sistematización de la «Lectio divina» en cuatro peldaños proviene del siglo XII. Alrededor del año 1150, Guido II, un monje cartujo, escribió un librito titulado «Scala Claustralium o la escalera de los monjes», en donde exponía la teoría de los cuatro peldaños: la lectura, la meditación, la oración y la contemplación». Con esta escalera los monjes suben al cielo.
Método de oración
Guigo II, el cartujo:
Preparación inmediata
Lectura: Atenta recolección de las facultades orientadas al cuidadoso examen de la Sagrada Escritura. La lectura, que está en la superficie, busca y provee comida sólida.
Cuerpo
Meditación: Aplicación diligente de la mente que va investigando el conocimiento de la verdad oculta, con el auxilio de la propia razón. La meditación encuentra, ahondando en la inteligencia interior.
Oración: Orientación devota del corazón hacia Dios para solicitarle bienes y que aleje los males. La oración capta el sabor, responde al gusto y pide ardientemente según la nostalgia interior y el deseo.
Contemplación: Elevación de la mente sobre sí misma, como merced graciosamente concedida por Dios, que la mantiene suspendida en Él, mientras ella gusta y goza de las dulzuras eternas. La contemplación, cuando se produce, gusta las delicias y las dulzuras que regocijan y refrescan.
Mis oraciones siempre por ti....